Esta mañana.(fragmento)
En la cocina, Santiago frente a la ventana, María en el marco de la puerta que conduce a la recámara.
Santiago:
Vivo el día desayunando frente a la ventana,
Siguiendo las nubes sepiosas con mi vaso de leche;
Mientras se esfuma lentamente el aroma de mis sábanas
Con el viento del deber de cada cálida mañana.
María:
Deja a un lado la cortina
Acompaña con tus brazos,
Acaricia con tus trazos.
Da deleite a mi retina;
Santiago, interrumpe:
he intentado descubrir en el suelo hueco
a donde marchan mis pasos, si levanto mis creencias o si piso con vehemencia, el eco del camino y la brisa del destino van a parar a lo mismo.
María, caminando hacia él:
Entre tu vaso te pierdes,
Corazón, vuelve a la cama
Espirales en las tardes
En la inocencia la calma:
Nada aquí tiene sentido
Si de tu mente el vestido
De las ideas hace jirones
Deja a un lado las razones,
Con esta boca has tu ciencia
...se me acaba la paciencia.
Santiago, tomando su credencial y saliendo por la puerta delantera: Anda María, y reparte en tu desdicha la codicia del autor que conserva en su cabeza la palabra nunca dicha: para narrar tu historia necesito continuar la mía, para encontrar tu final requiero [quiero] comenzar de nuevo los [nuevos] míos.
No llores, María, inocente, confidente. La fecha de tu nacimiento es la firma de mi plenitud, tus rojos labios la fecha de mis éxitos. Ahora te confieso, aunque miraba la ventana, veía de reojo el calendario. [Mira como me sonrojo]
Tu destino en mi vida es todavía incierto, dicho mas no resuelto.
Este es un fragmento de otro dialogo interno.
María me ruega que la escriba.
Mi proceder es lento, mi adaptación a pasos lentos.
Pronto, María, el príncipe del equilibrio manará y el mundo agitara en su capa las vivencias de tu mundo, la plenitud del mío.
Permite mientras tanto que maneje esta sobrecarga.
Vivo el día desayunando frente a la ventana,
Siguiendo las nubes sepiosas con mi vaso de leche;
Mientras se esfuma lentamente el aroma de mis sábanas
Con el viento del deber de cada cálida mañana.
María:
Deja a un lado la cortina
Acompaña con tus brazos,
Acaricia con tus trazos.
Da deleite a mi retina;
Santiago, interrumpe:
he intentado descubrir en el suelo hueco
a donde marchan mis pasos, si levanto mis creencias o si piso con vehemencia, el eco del camino y la brisa del destino van a parar a lo mismo.
María, caminando hacia él:
Entre tu vaso te pierdes,
Corazón, vuelve a la cama
Espirales en las tardes
En la inocencia la calma:
Nada aquí tiene sentido
Si de tu mente el vestido
De las ideas hace jirones
Deja a un lado las razones,
Con esta boca has tu ciencia
...se me acaba la paciencia.
Santiago, tomando su credencial y saliendo por la puerta delantera: Anda María, y reparte en tu desdicha la codicia del autor que conserva en su cabeza la palabra nunca dicha: para narrar tu historia necesito continuar la mía, para encontrar tu final requiero [quiero] comenzar de nuevo los [nuevos] míos.
No llores, María, inocente, confidente. La fecha de tu nacimiento es la firma de mi plenitud, tus rojos labios la fecha de mis éxitos. Ahora te confieso, aunque miraba la ventana, veía de reojo el calendario. [Mira como me sonrojo]
Tu destino en mi vida es todavía incierto, dicho mas no resuelto.
Este es un fragmento de otro dialogo interno.
María me ruega que la escriba.
Mi proceder es lento, mi adaptación a pasos lentos.
Pronto, María, el príncipe del equilibrio manará y el mundo agitara en su capa las vivencias de tu mundo, la plenitud del mío.
Permite mientras tanto que maneje esta sobrecarga.
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