Escena I.
Poeta.- Dame la oportunidad de conocerte.
Poetisa.- Me conoces ya.-sus castaños ojos se encienden-Mi mejilla te ha contado lo que mi alma le confió y guiada por mi corazón reveló a tus labios para que me levanto cada día y correspondió a tu caballeroso gesto con mi más profundo secreto.
Poeta.- Me lo decía el viento, se escribían con las letras de fuego que se susurran cuando tus cabellos pasan tras de mí cada día; más yo sobrescribía mi sueño en medio de los buenos días. Eres tu la mujer de mis sueños.
Poetisa.- Eso no es posible.
Poeta.- Eres tu quien a mis días atraviesas la búsqueda de la vida,
La razón de cada paso, la dicha de la mañana; la premonición del siguiente sueño; la fotografía de cada idea y la cinemática de mi amor. tus palabras, tu sonrisa, tu cintura y tu intelecto, pinceladas encarnadas desde el lienzo de mi letargo.
Poetisa.- Tu imagen virtuosa atraviesa cada dulce idea y corta de tajo la muñeca de mi humilde soledad; mis parpados transparentes en sueño y en vela te miran sonreírme y mi corazón exento de toda lucha se entrega al deseo de correr a tu presencia para aferrarme a la eternidad.
¿Cómo, sino resistiendo al desenfrenado impulso?,¿Cómo sino desechando el deseo, puedo proteger mis pensamientos de la abismal eternidad, del inexistente infinito, de la perecedera inmortalidad?
Poeta.- Con el amor verdadero.
Poetisa.- ¿Qué es la verdad, amado mío?
¿Que verdad tiene aquello que ven mis ojos que dista de lo que ahora siento por ti y lo que el espíritu puede trazar en un cifrado pensamiento para nosotros dos?
¿Qué verdad hay para el mortal, entre el odio y el engaño?
¿Que verdad hay para nosotros entonces, el amor?
Mas, la verdad es que te amo, es la única que conozco.
Poeta.- Te amo
Poetisa.- No debo.
Poeta.- Se marcha...pero se marcha sin moverse, dejando en sus mejillas un rastro de lágrimas en la dolorosa huída. abandona el mundo tangible huyendo hacía sus pensamientos, donde estamos juntos y la realidad abarca una sencilla morada en los amplios terrenos de nuestro amor eterno.
Sin moverme voy tras ella y la encuentro esperándome donde la primer mirada ocurrió.
Poetisa (con una sonrisa en su rostro).-¿Qué será de mí sin nosotros?
Poeta (una sonrisa muestra su radiante dentadura, y aunque la respuesta como grabada en diamante está ya en ambos corazones ,responde).-No habría un nosotros sin ti.
Poetisa(mirándolo fijamente y su corazón canta pleno libre al fin de todo pesar).-Exacto.
Ambos despiertan al unísono, con la certeza de que aún en sueño como en pie se tienen uno al otro; en un sólido abrazo condensan el momento y sellan con calor la mirada perpendicular que traza un puente hacia cada página que versa los sentimientos que ejemplifican la pasión del alma unida.
Y para esta redacción, el creciente haz de calor que recorre las membranas y transmite moldeando el color de sus espíritus, como la brava fuerza de la cascada y la corriente del océano vertiéndose sobre su cuerpo (con lava se funde el cielo, y el cielo empieza en sus pies);el beso en los labios, le pone FIN.
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